candela

impulso
desde un rompecabezas
piedra contra piedra
que huele a prisa consumada
y febril
así en sus brazos
brotan disgregados arcoiris
mujeres danzándole a la tierra

somos abuelos del pasado
gritamos en un desbordado temblor
su abrazo
la hemos visto morir
inútilmente en un cigarro
en una fábrica de espejismos
pero ¿quién es profeta en su tierra?
¿de qué sirve llorar si nadie escucha?

su boca ya no dice los secretos
en este lado de las montañas
solo evoca las huellas
que nutren el calor imprescindible

no me dejan cantarle
en la ciudad de remolinos
ni tejerle con calma
ese atuendo vital que nos libera
a cielo abierto
de la obscuridad

así es el triste reino
de la contradicción